Hace poco tiempo, tuve la suerte de entender un poco mejor la forma de pensar de los filólogos. No es que sean bichos raros, cada uno tenemos una forma de pensar dependiendo de la familia, los estudios, el grupo de amigos etc. Los filólogos piensan y creen en el lenguaje, y es que realmente es importantísimo. Otra de las cosas que me llamó la atención es que conocen y viven algunas cosas que hoy en día vamos perdiendo: como por ejemplo los mitos.
La mayoría de los mitos tienen miles de años y tienen un significado más allá de la mera interpretación de una historia narrativa. Sin embargo el paso del tiempo, las religiones y el mundo real (científico y tangible) han llevado a los mitos casi al olvido. También otro tipo de leyendas de zonas específicas de nuestro país que habían pasado de generación en generación comienzan a ser ignoradas por ser consideradas poco valiosas. Pero no deberíamos dar de lado tan fácilmente a estas historias que han sobrevivido al paso de los siglos y han influido directa o indirectamente en las vidas de nuestros antecesores.
Quizá deberíamos pensar un poco más como los filólogos y darle la importancia que se merecen a estos asuntos que la sociedad basada en el desarrollo y el bienestar deja arrinconados en el fondo de la memoria.