Hay veces en las que a cambio de conceder un privilegio se recibe un escupitajo o un insulto. Esto parece haber ocurrido últimamente en los procesos de selección de Eurovisión. Todo el mundo quiere parecer democrático y participativo, la televisión pública como ejemplo. Esto conlleva varios riesgos: los “artistas” aupados por plataformas mediáticas como foros de internet, radios, programas de televisión etc., las canciones carecen de calidad artística y además pueden ir en contra del “espíritu de la organización”.
Y el pueblo habló en la preselección de candidatos. Pero este último año parece que se han sobrepasado los límites del mal gusto, por eso TVE intentó poner pegas a algunos de los candidatos elegidos por la gente a través de internet. En el programa emitido en directo los espectadores recibieron insultos de algún concursante: la excusa perfecta para que el año que viene se controle el sistema perdiendo algo de democracia. Sin embargo me da la sensación que todas estas propuestas que hacen mofa e insultan no van contra el público o contra la organización sino contra un festival de Eurovisión que debido a la influencia de los exsatélites soviéticos se ha convertido en una pura pantomima.