Insultos democráticos

28 febrero 2010

Hay veces en las que a cambio de conceder un privilegio se recibe un escupitajo o un insulto. Esto parece haber ocurrido últimamente en los procesos de selección de Eurovisión. Todo el mundo quiere parecer democrático y participativo, la televisión pública como ejemplo. Esto conlleva varios riesgos: los “artistas” aupados por plataformas mediáticas como foros de internet, radios, programas de televisión etc., las canciones carecen de calidad artística y además pueden ir en contra del “espíritu de la organización”.

Y el pueblo habló en la preselección de candidatos. Pero este último año parece que se han sobrepasado los límites del mal gusto, por eso TVE intentó poner pegas a algunos de los candidatos elegidos por la gente a través de internet. En el programa emitido en directo los espectadores recibieron insultos de algún concursante: la excusa perfecta para que el año que viene se controle el sistema perdiendo algo de democracia. Sin embargo me da la sensación que todas estas propuestas que hacen mofa e insultan no van contra el público o contra la organización sino contra un festival de Eurovisión que debido a la influencia de los exsatélites soviéticos se ha convertido en una pura pantomima.


Ansiedad y angustias

1 febrero 2010

Esta mañana temprano mientas esperaba al autobús ha aparecido delante de mí, a unos 20 cm de mi cara, una señora de buen aspecto y mediana edad que ha comenzado con voz quebradiza la breve conversación que transcribo a continuación:

Ms: Buenos días
Yo: …
Ms: ¡Buenos días!
Yo: Buenos días
Ms: Padezco de ansiedad y angustias; tengo una hija en una silla de ruedas. Por favor, dame dinero, una ayuda.
Yo: … Lo siento pero no.
Ms: ¿No me das nada?
Yo: No.

Igual que ha aparecido se ha ido. Tengo muchas razones por las que automáticamente digo no a este tipo de peticiones; la principal de ellas es que en mi pueblo me enseñaron que ante el vicio de pedir está la virtud de no dar. Pero también creo que dar dinero promueve la mendicidad (o deberíamos decir mendacidad) y que no te puedes fiar de la primera persona que te para por la calle, entre otras razones. No obstante, a pesar de que ella no ha conseguido su objetivo, su actuación me ha parecido bastante real, y ha conseguido que durante los siguientes minutos me sintiera mal. Es lo que en psicología se conoce como Teoría de la Disonancia y que tanto se utiliza en publicidad para hacerte cambiar de actitud si no quieres sentirte mal (o te compras este producto o no eres nadie).

Sin embargo poco después pensándolo fríamente me he dado cuenta de que no debía preocuparme 1) si su triste historia era cierta confío en que los servicios sociales sepan evaluar con equidad y justicia lo que esta señora y su hija necesitan para ofrecérselo conforme sea debido; no soy yo la persona adecuada para ayudarle en su situación y menos para evaluarla y solucionarla un lunes por la mañana en la parada del autobús. 2) Por otro lado si todo era una farsa me alegro de no haber caído en la trampa, su historia parecía verosímil y le deseo lo mejor en su carrera como actriz profesional. También me acuerdo de los pobres haitianos, seguramente ellos lo necesitarán más.