Andando, corriendo, en bici, salir a la calle significa mojarse en estos países cerca del Atlántico casi todos los días. Despertarse por la mañana y ver otro día gris no es nada agradable, ya no porque afecte al estado de ánimo sino porque salir de casa significa estar mojado.
Suele ser una lluvia finita de esta que hace absurdo ir con paraguas aunque al cabo del rato se va calando. Normalmente con llevar alguna cazadora o paraguas suele ser suficiente para protegerse. También está la opción de los chubasqueros de estos que parece que va uno disfrazado con bolsas de basura, muy común por aquí. Si hace viento o cae un poco más fuerte no hay solución posible, uno acaba chipiado.
La lluvia es buenísima para algunos cultivos que se dan en Holanda como el de flores y también permite que algunos animales puedan estar al aire libre y no les falte hierba de comer. Sin embargo también conlleva otros problemas como el de humedades, hongos y demás palabras que no logro entender en holandés pero que se refieren a problemas asociados al clima húmedo.
Lo peor de todo esto es que ante la frecuencia de días lluviosos uno acaba por acostumbrarse y dejar que le caiga la lluvia. Eso sí, ya que no se puede hacer nada, hay que intentar llevarlo con buen humor.