Conversaciones de robots

6 julio 2010

Una llamada de teléfono me mueve de mi sofá. ¿Quién llamará a estas horas de la noche? Descuelgo el teléfono: es un robot. Sí, sí, un robot que me hace unas preguntas acerca de mi conexión telefónica a las que puedo responder pulsando números o diciéndolos en voz alta. Casi instintivamente cuelgo. Sólo faltaba eso, una vez que había desarrollado la capacidad de colgar el teléfono cuando aparecía la voz de cualquier vendedor de telefonía-móvil-internet-tv. Con lo que me había costado aprender a colgar sin ni siquiera decir palabra, ni sentirme mal (pobrecitos vendedores). Todo con tal de evitar ser atrapado por un monólogo comercial disfrazado de conversación en la que repitiendo “sí” unas cuantas veces podía comprometerme a pagar una cuota durante 18 meses.

Colgarle al robot es mucho más fácil, aunque me hubiese gustado mantener una conversación con él. Le hubiese hecho alguna pregunta interesante: ¿Qué tal ve a la Selección Española en el mundial?¿Cómo cree que se puede reducir el paro?. Lástima que todavía no sepa contestar a mis preguntas, o al menos a aquellas que no han sido incorporadas con anterioridad en un catálogo de preguntas  y respuestas por temas. Los robots y ordenadores tienen sus ventajas: velocidad, precisión, sistematicidad, etc. Pero tienen grandes inconvenientes, el principal que no son inteligentes o al menos no tienen la inteligencia humana de momento. Es una lástima, da algo de miedo pero no me importaría contratar a un robot para que conteste y seleccione las llamadas, mails, publicidad etc. que recibo. Un diálogo de robots  intentando convencerse nos haría perder menos el tiempo y la paciencia.